No, no tengo talento, por supuesto,
porque mi voz siempre será áspera,
y es normal,
no soy la pieza que queda terminada,
sino la viruta resultante,
tirada al suelo del taller.
Si es de madera,
igual servirá de absorbente
para el aceite que se derrama,
ese que nadie limpia,
Si es de metal,
quizás tenga suerte
y la fundan para convertirla
en un sinfín de rosca
que eleva vigas o maquinaria...
o quizás solo acabe
como betabel oxidado,
metabolizado por alguna planta.
Pero lo más seguro
es que sea solo eso:
basura cruda,
barrida sin ceremonía,
pisoteada sin malicia,
olvidada sin duelo.
Y sin embargo,
aquí sigue,
testigo mudo
de todo lo que sí se talló,
de todo lo que sí valió,
de todo lo que sí se llevaron.
Yo no seré nunca
la estatua pulida en el museo,
ni el mueble fino en la casa del poeta.
Soy la sobra,
el residuo,
el esto no sirve,
Pero joder!!!
al menos estuve ahí,
con las manos cortadas
y la mugre en la piel.