VI
¿Cómo he de empezar?
Me hube olvidado de cómo escribir.
Fueron tantas letras que repetir
que en aspereza no sé ado avanzar.
Nadie quiso advertir
cuánta crudeza en la vía espantosa
íbame yo a encontrar,
y al final lo que vi
fue fortuna espinosa,
porque encontré en mi boca cada cosa,
que válgame diccionario mezquino,
en algo inefable de naturaleza
has de darle palabra dolorosa.
Vinieron mis pies a un agrio camino
aspérrimo y fragoso
y con las razones en desatino
crearon un aroma peligroso.
Ya fuéronse los fundamentos míos
y la senda de aspecto monstruoso
agárrame el cabello con umbríos
pensamientos que a ese lugar me tornan.
Fue melena de citrino cosida
la que trájome aquí,
y es que duele pensar
que las uvas diamantinas que vi
y la acucia con la que perseguí
fueron la llama de mi defunción.
Las lumbreras, llenas de luz y fuego
que tanto dieron juego
mudaron mi cimbreante condición,
que en principio sosiego
convirtiose en algo muy diferente,
porque todo ese apego
se mustia lentamente,
y el color de vuestro ojo
en los míos los noto
en una vena que fría se siente,
vena azul que viaja en fría cara
hasta que en el suelo quebrado para.
Si algún día yo muero
que no sea extraño,
pero sabiendo que empezó ya el daño
es para contar el mal verdadero.
Están matando al hombre
y su clamante hambre no tiene nombre,
como si comedia esto fuese, ramas
colgadas raquíticas a él le rozan,
de bien abundantes frutos que esbozan
brillando como llamas,
el hombre, sin su juicio,
de optimismo ficticio,
va, yergue su cabeza
creyendo con certeza
que una fuerte mordida arrancará,
pero ingenüo él,
ya por llegar está,
pero la ventisca violentísima
volando se las lleva,
y cada vez que erguir la testa prueba
torna, llega el viento ferocísimo.
Heme aquí, compartiendo el manifiesto,
sabiendo que en su rojo corazón
no hay fibra que se me haya a mí propuesto,
e intentarlo puede haya sido un yerro
para dicha razón,
sé que si más me aferro
pronto tocaré suelo,
porque ella algente ya marchó con vuelo.
He venido a tal bruto extremo
por las lenguas que intentan dar consuelo,
pues me dijeron ellas
que me quite el anhelo
destas quimeras que porto de velo,
agravando mis conspicuas querellas
captando que ama a otro por presupuesto,
¡válgame ser supuesto!
Encima dijéronme que es de gesto
bello y fornido, también ucraniano,
pongo en fuego la mano
que ya he perdido yo esto.
¡válgame ser supuesto!
Mas viendo la verdad que se ha propuesto
tampoco he de ser necio,
pues simple y llanamente
he de pagar el precio
de usar el corazón y no la mente.