Beatriz Teresa Bustos

Amado mar

Cómo olvidar que llegue a tu vera con el sol

sobre mis sueños,

inocente e inquieta te robe (desnuda) las pocas

palabras que te prestó el silencio,

para que pudieras decir de mi hermosura.

Me deslicé en tus manos azuladas

y me fui mar adentro de tu brío,

para ser uno bajo el pájaro de oro

y uno, en la cadencia de los cuerpos.

 

Por años fuimos habitantes de la playa,

corceles del fuego de los sueños.

Yo ave libre...Tú, de tu cuna preso...

 

Entonces descubrimos lo imposible...

 

Nos despedimos una tarde,

con un canto de amor correspondido,

me besaste con tu lenguaje de agua

y luego, inmersos en el dolor,

enmudecimos.

 

¡Ay! Amado mar, aún recuerdo 

las horas recostadas sobre tu pecho.