A quien hurta con diploma
lo aplauden como un ejemplo
lo sientan en los templos
y le extienden nueva alfombra.
Mientras tanto, se desploma
quien guardó triste mendrugo
y sin juicio, va al verdugo
por un queso en el bolsillo
no hay perdón, no hay otro brillo
que el candado de su yugo.
El que insulta con perfil
lo hace limpio y educado
no levanta el tono airado
pero hiere, sutil y vil.
Bajo el brillo de su abril
va sembrando su argumento
y disfraza el sufrimiento
con modales de salón:
da un apretón de traición
y se marcha tan contento.
Se disfrazan de cordura
los que tiemblan bajo el traje
y sostienen su montaje
con sonrisa y con dulzura.
La mentira se asegura
si el discurso es convincente
y aunque tiemble su presente
siguen firmes de papel
todo en orden, todo en miel
mientras sangra el continente.
El que calla por sistema
no incomoda a los que mandan
ni las voces que demandan
lo interrumpen con su lema.
Se acomoda en la diadema
del poder que no se agita
y repite lo que imita
sin tocar lo que no debe
si algo duele, no se atreve
y en el eco se marchita....