Por siempre lo supe serías la fuente
de dulce ternura que mi alma abrigara;
con esos aromas de suaves caricias
en donde inspirada mi pluma se embriaga.
También yo sabía que tu eras mi sino,
mi lumbre de ensueño, mi copa sagrada;
en donde me diste la miel deliciosa
que anhelos saciara.
Por ello al pensarte te pienso divina
llevando en tus manos, de amor un rosario;
que tiene mandatos de sueños eternos
escritos con lumbres de fúlgidos rayos.
Trajiste contigo la gloria del cielo
que alumbra gloriosa mis días aciagos;
que logra que borde con mágicas letras
de amor dulce himnario.
Autor: Aníbal Rodríguez.