Alberto Escobar

Su lechosidad...

 

 

 

Su lechosidad,
cautiva en un vaso
de esos, de cristal
barato, duralex, y 
a los tres lavados
se ralla ya, se empaña. 
Lleno, leche, añado un pastelito 
poniéndole una nota de color, 
por la tarde, alguna canción se filtra
por entre los visillos, 
la televisión induce al sueño,
y su escote, mientras, se precipita 
lujuria abajo, y empiezo a ver, mejor
intuir, una cuadrilla de genes
esculpiendo un contorno de ser
físico, unas facciones, lechosas,
de un blanco casi nuclear, pureza
de vikinga raza, horneadas bajo un frío
casi de cero absoluto, una esencia, 
una sensualidad no perteneciente
a este mundo, a ninguna raza
sino a un Dios, o un eón, o dos 
o vete a saber...
Su lechosidad —recojo el introito—,
su lactosa sensualidad, algo de café
le vendría de perlas blancas...
y mientras, en un alarde 
de erudición, de un imaginar febril,
la dibujo entre mis sábanas,
calientes pero sin quemar, fundiéndome
semen abajo entre sus porqués,
sus cuándos y sus cómos, y pereciendo
como el que muere hasta dormir sintiendo
que el calor se impone al frío precedente,
y morir contento, como agradecido
a un punto y final del que me arrepentiré
en breve...