Nalia

Los viejos amigos

La soledad y la monotonía

fueron mis únicas amigas por años.

Me hablaban bajito en las tardes vacías,

cuando el mundo parecía lejano.

 

Me abrazaban sin prisa, sin nombre,

llenaban el cuarto de sombras y calma,

eran crueles a veces, lo sé,

pero también sabían cuidar mi alma y piel.

 

Crecí en sus silencios tan largos,

en sus repeticiones sin fin.

Me enseñaron a respirar despacio,

a no esperar nada de mí.

 

Hoy ya no hablamos tan seguido,

quizás las dejé de escuchar.

Pero a veces regresan despacio

cuando no sé a quién mirar.

 

Y no las odio, no las niego,

fueron hogar en mi tempestad,

fueron refugio cuando sola y impaciente me encontraba.

Solo que ahora, si llegan de nuevo,

ya no les ofrezco mi tiempo, mi tristeza y mi soledad.