Suelo ocultar tu recuerdo
en mi armario.
A veces miro la puerta cerrada
con tanta añoranza
que me dan ganas
de abrirla.
Otras veces tus memorias
me abruman tanto,
que dentro mío
crece una hiedra,
que anhela llevarse
tus recuerdos,
pero nunca puede,
porque siempre termino
arrancándola
y volviendo a pensar
en ti.
Quizás, si dejara
que esa hiedra
se apoderara de mí
y te llevara lejos,
estaría mejor,
no te anhelaría
con tanta exigencia
y podría volver
a ser yo,
sin depender
de tus recuerdos.