MANIFIESTO DE UN HOMBRE QUE NO SE RESIGNA
Soy el grito que no se ahoga,
la memoria que arde y persiste,
la huella que no borra la lluvia
aunque arrastre con ella la vida.
Quiero el sol ardiendo en mi piel,
el riesgo latiendo en mi sangre,
el vértigo de caer
y la furia de volver a levantarme.
No le temo al invierno,
ni me rompe el frío:
porque aún en la noche más larga
mi fuego sigue encendido.
Este es mi manifiesto:
no negocio con el miedo,
ni cambio mi verdad
por un refugio sin alma.
Si han de quererme,
que sea entero,
con mis cicatrices abiertas
y mi amor indómito y sincero.
Porque el alma que no se resigna
no pide permiso para latir,
solo abre sus alas
y aprende a vivir.
— LMML.