Agua del Olvido.
Me ofreciste tus labios como fuente sagrada,
y yo, ávida de ausencia, bebí sin reflexionar.
Sufría la sed del alma,
esa insaciable sed
que no se calma con agua pura,
sino con abrazos perdurables.
Tus labios, inicialmente dulces,
dejaron un rastro amargo
no fueron consuelo,
fueron el río donde naufragué.
Fuiste agua, sí…
pero agua del olvido.
Disolviste mis huellas, borraste mi imagen,
y me dejaste vacía.
Te bebí para recordarte y terminé olvidándome.
Hoy llevo el corazón roto, como una vasija sin fondo, y finalmente comprendo: no toda sed es amor, ni todo beso, redención.
Lilia Molina Fernández
#poetadeliciense
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