Pobre de aquel infeliz
Que de buenas a primeras,
Decidiera profanar mi tumba.
No tendrá ninguna maldición,
Pero la preferirá a tener que lidiar con todo el dolor que me llevaré conmigo,
En el bolsillo oculto de la cartera,
Ese último y primer día que se cavaran esos 6 pies bajo tierra.