Ahora entiendo mejor cómo el cielo parece algo incierto,
cuando los propios demonios se visten de ángeles consejeros.
Nos muestran la tragedia disfrazada de un hecho asegurado;
si nos quedamos mucho tiempo, pueden hacer de nosotros un cementerio.
Ellos vuelven el amor en miedo, y el miedo lo transforman en odio,
quemando el jardín de las flores rojas y volviendo todo en negro.
Llevo tiempo evitando las balas de todos estos villanos disfrazados de corderos;
creen que mi amor es tan débil como su amor propio, pero yo no disparo a espaldas.
Es fácil disparar a alguien que no conoces, cuando las balas son vidrios rotos de tu cuerpo,
y la sangre que antes era amor ahora solo es un odio que no tiene algún fundamento claro.
Pero déjenme decir que, aun cuando incendien todo este paraíso que tengo,
seguiré bailando con ella mientras las llamas se vuelven un polvo que soplo.