Jared Rosado

Don numérico

Oh sublime amor que sucumbe

ante el otoño de nuestro árbol;

Oh laguna seca y sin gris nube

mi ancla has dejado sin barco.

 

Dulce y blanca mujer de rizos 

con labios finos y ojos vastos,

colgaste en la horca al amor,

ahogaste el mar amargo y raso.

 

Oh girasoles en las montañas,

ramas de árbol como brazos;

Oh mujer de don numérico,

me sumaste y restaste de tu lado.

 

¿Por qué amarte se siente delito?

Hace meses eras el eco de mi bramido;

ya no te quiero, es cierto, pero tal vez te quiero,

es tan corto el amor y tan largo el olvido.

 

Bécquer, Neruda, Paz y Darío

entienden este dolor profundo,

del amor marchito que formó su río,

Oh tristeza que aplasta mi mundo.

 

Revolotean mariposas en invierno,

renacuajos que soñaron ser sapos;

amor efímero que quiso ser eterno,

hoy perecen sin alcanzar el prado.

 

Oh cuarto que fue nuestro,

irradias recuerdos en mi mente;

¡Derívate! Sal de esta ecuación,

vete, como tu sombra ausente.

 

De mi mente, de mis calles,

desvanece la sombra que dejaste,

fuera del espacio que habito,

mujer intangible, despéjate...