En las noches de insomnios eternos
que reina la calma,
como rayo bajado del cielo
con luces de plata;
aparece tu rostro sereno
con místicas auras
que me traen los dulces recuerdos
de aquellas mañanas,
que con suave y romántico beso
prendías las flamas
del magnífico y mágico ensueño
que fueron las alas
del amor mas hermoso y perfecto
que tu pecho y mi pecho abrigaban.
En el suave susurro del viento
la noche estrellada
con angelico y místico arpegio,
parece que extraña
de tu voz el sonido tan tierno
que siempre inspiraba
de mi pluma talegas de versos
con verde esperanza
por vivir el idilio mas bello
bordadados de tiaras
que vertían de amor los reflejos
de luna argentada
con los nimbos que tienen reflejos
que iluminan las sendas del alma.
Pero aquellos divinos momentos
que dicha nos daban
se esfumaron lo mismo que el tiempo
que raudo se marcha;
y se lleva con el lo supremo
de aquellas borrascas
que encendían volcanes de fuego
que espíritu abrazan,
con afanes de tórrido anhelo
que dulces embriagan
y nos dejan su rastro perpetuo
lo mismo que escarcha
cuando cae en las noches de invierno
congelando del prado las dalias.
Autor: Aníbal Rodríguez.