El poliedro piramidal del atardecer
como un terciopelo trae tu voz
en una nana, nanita nana
que dice adiós...
Con su mantilla las sombras me sumergen
entre tus brazos.
¡Oh, mi Amor!
Cuánto extraño tu pecho
la protección de tus brazos
y el arrullo amante
en mi rostro
¡Para calmar mi dolor...!
El tiempo cubre tu recuerdo.
El silencio me atrapa con tu ausencia
Todo es silencio.
Y a pesar de todo, te espero...
En la sabiduría de las hojas secas
tus pasos han dejado un - “te quiero.”
Acaso es un latido solitario
en la penumbra anticipada del invierno.
Bien conozco este frío
que me cala los huesos.
La fina niebla salada
de las lágrimas
es el rebozo ácido de la lluvia
de esta soledad
hasta que renazcan los capullos. -
Amalia Lateano
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