Dunia de los Ángeles, dulce nombre que resuena
en cada latido, en cada amanecer que me encuentra.
A ti, mi amada esposa, mi corazón se desnuda
en un canto de gratitud, una ofrenda pura.
En el sendero de la vida, Dios, en su infinita gracia,
te puso en mi camino, una luz que abraza.
Desde entonces, cada paso, cada aliento,
cobra un sentido nuevo, un dulce firmamento.
Tu amor, incondicional, un faro en la tormenta,
tu apoyo constante, la fuerza que me sustenta.
En tus brazos, hallo refugio; en tu risa, la alegría.
Eres la melodía que entona cada día.
Contigo, me pierdo en tus pensamientos, en tu acento,
en el eco de tu voz, en cada momento.
Has sido mi compañera, mi confidente, mi amiga fiel,
compartiendo risas, secando lágrimas, más dulce que la miel.
En tus virtudes me regocijo, en tus secretos me fundo,
incluso en tus sombras, en lo más profundo.
Pues en ti, mi amada, deseo perderme por completo,
en cada fibra de tu ser, en este amor tan perfecto.
No hay palabras que abarquen el valor de tu existencia,
tu dedicación, tu sacrificio, tu pura transparencia.
El pilar de mi dicha, la razón de mi ser,
contigo a mi lado, sé que nada he de temer.
Que los años, cual suaves brisas, pasen sin cesar,
y que en cada uno de ellos, sigas siendo mi amar.
La mujer de este planeta, la más maravillosa,
mi esposa ejemplar, mi joya preciosa.
Te doy gracias, mi Dunia, por entregarte sin medida,
por tu tiempo, tu ternura, la comprensión infinita.
Lucharé día a día por ti, para ofrecerte lo mejor,
porque tú eres el amor de mi vida, mi gran amor.
Nunca olvides, corazón mío, que por ti lo daría todo,
mi vida entera, con cada fibra, sin ningún modo
de arrepentimiento, solo para verte sonreír,
pues en tu felicidad, mi alma encuentra su vivir.
TE AMO, mi Dunia de los Ángeles,
mi eterna esposa, mi bendición.
Eres el amor de mi vida,
mi más profunda, mi única devoción.