Poeta de media noche

Nunca fui su hogar

Pensé que era amor…

cuando me miraba con esa ternura

que ahora sé, no era para mí.

Pensé que era amor

cuando reía a mi lado

aunque su alma volaba lejos de aquí.

Le di mi voz,

mis silencios,

mi fe desnuda en cada gesto,

y ella…

ella solo pasaba el tiempo

esperando a otro.

 

La soñé entre mis brazos,

la imaginé queriéndome,

y cada día

moría un poco al verla tan cerca

y tan imposible.

 

No supo lo que dolía

inventar futuros en mi cabeza

mientras ella planeaba los suyos

sin mí.

 

Yo hice todo.

Le mostré mi corazón sin máscaras,

me tragué mi orgullo,

me quedé cuando todo decía que me fuera.

Y aún así, no bastó.

Nunca basté.

 

La vi marcharse,

ligera, feliz, entera…

y yo me quedé

partido en mil pedazos

que nadie vino a juntar.

 

Y me fui.

No porque ya no la amara,

sino porque quedarme

era morirme cada día

viéndola amar a otro

como nunca pudo amarme a mí.

 

Ahora arrastro su nombre como un castigo,

como un eco que no se apaga en la piel.

Y cuando duermo,

sueño que vuelve…

solo para despertar

muriéndome otra vez.