Luis Donaldo

la maldita montaña no responde

 

las montañas chillaron como putas viejas
despertando a los muertos con estrellas prestadas
de algún cielo que ya ni existe,
porque nadie se acuerda de mirar arriba,
excepto el que aún escribe
con una copa vacía en la mano.

trajeron ríos —sí,
ríos sucios con su canto idiota—
pájaros bailando como borrachos felices,
plumas que no sirven para volar
pero que adornan bien el cadáver del día.
y el eco...
el eco es solo el grito de alguien
que ya se cansó de que no le respondan.

en invierno todo se esconde,
hasta el recuerdo.
el silencio es un dios de dientes podridos
y ni las montañas
ni sus pulmones de piedra
pueden romperlo.

pobre montaña,
te he visto hablarle a la nada
como un viejo loco en la barra,
intentando que el alma que te habita
te devuelva una sola palabra.
pero no,
el dolor no tiene lengua,
solo peso.