Rosendo Ruiz

Alucinación

¡Qué buen musical

vi aquella noche!

Pero ya era tarde

y el sueño me ganó.

 

A los diez minutos

me despierta el

brillo azul de la pantalla.

Decidido a dormir,

me levanto para

apagar la tele

y de paso ir al baño.

 

A oscuras volteo

para ir a la puerta

y me encuentro a

una mujer muy linda.

Estaba vestida como

una bailarina

y a leguas se notaba

su coqueta finura.

 

Me puse nervioso,

pues bien sabía que 

era mi imaginación.

 

Hasta que mi ansiedad

se convirtió en miedo

al ver como esa mujer

empezó a envejecer.

Al cabo de un minuto

lucía irreconocible.

Pasó de ser una 

hermosa bailarina 

a una vieja atada

a un traje del pasado.

 

Sin previo aviso,

soltó una risita

en un tono burlón

y me clavó la mirada.

Sin molestarse en 

que procesara el 

momento, empezó

a derretirse como si 

estuvieramos en el 

mismo infierno.

 

Intenté atraparla,

pero sus restos

desaparecieron,

y me encontré solo

otra vez.

 

Entré en trance por

un largo rato en el 

pasillo de mi casa.

Ya no tenía ganas

de ir al baño

y tampoco intenté 

despertar, pues 

sabía perfectamente

que no era un sueño.

 

Desde esa noche

entendí que mis

oscuras visiones

podrían hacerse

realidad

en cualquier hora,

en cualquier lugar.