Silente llegó su ternura,
bajo el pálido gris del cielo,
mirando con anhelo,
se transformó en espuma.
Racimo del desvelo,
al filo del alba que murmura,
cuando la realidad abruma,
y se desborda el celo.
Se quedó suspendida,
con delicadeza espléndida,
siempre fue la preferida,
por su colosal belleza.