¿Es posible un mundo donde no exista la pobreza y abunde la felicidad,
o es solo una utopía marcada por los objetivos de nuestra sociedad?
He soñado con economías distintas, donde el valor no se mida en monedas ni en billetes,
sino en el latido del alma, en el deseo sincero de un bienestar compartido.
Pero si este sistema ha resistido durante siglos,
¿será porque es el mejor camino?
Lo mismo podríamos decir de aquellas voces que por años fueron silenciadas,
mujeres oprimidas que hoy se alzan, rompiendo cadenas, buscando igualdad y justicia.
¿Podremos cambiar el rumbo de esta historia, o estamos condenados a repetir los mismos ciclos,
a vivir en un mundo dividido por guerras, intereses y miedos que alimentan la distancia?
Yo voto por reunirnos, dejar atrás las diferencias,
por buscar juntos una fórmula donde todos salgamos ganando,
aunque sé que soy solo una voz, una entre tantas, una esperanza que vuela en el viento del cambio.