Éramos viento corriendo en la altura,
cabras perdidas sin miedo a la duda.
Saltando entre piedras, contando los días,
siguiendo un sol que jamás se extinguía.
Pero la noche cayó de repente,
trajo preguntas, me hizo diferente.
Las sombras hablaron de un mundo lejano,
donde el pasado se vuelve temprano.
Quise aferrarme a todo lo nuestro,
pero el monte cambió, y yo fui el primero.
Ya no sé dónde quedó la vereda,
solo hay silencios y luces ajenas.
Si grito tu nombre, ¿me vas a escuchar?
Tal vez en la brisa, tal vez en el mar.
O en esas montañas donde fuimos libres,
antes de ser lo que el mundo nos dice.