Fui viajero en la época de tu piel,
cartógrafo de un tiempo sin relojes,
donde cada lunar era un umbral
y cada beso, un eco de los dioses.
Tus poros, constelaciones secretas,
tus suspiros, oráculos del viento.
Allí perdí mi nombre y mi destino,
allí fundé mi patria… y mi tormento.
En ti no pasan siglos: se despiertan.
La historia duerme en cada cicatriz,
y al rozarte, los astros se disuelven
como tinta de un verso por decir.
No hay ayer que no huela a tu perfume,
ni mañana que no guarde tu abrazo.
Tu piel me habla en lenguas olvidadas,
que el alma entiende… aunque no dé el paso.
Fui testigo del alba entre tus hombros,
y del crepúsculo entre tus caderas.
La noche me enseñó que en tu latido
se esconden eras, dioses y fronteras.
Eres templo, hechicera, firmamento,
misterio que se escribe en el deseo.
Y yo… simple mortal, que sin saberlo,
vive otra vida en cada roce nuevo
.