No me llames en tus noches.
No me digas dónde encontrarte,
porque ya no quiero verte.
Créeme esa mentira.
No me digas que una luz de esperma
quema tus pulmones,
si en los míos solo hay nicotina
y solo de odio tosen.
Llámame...
seguro contesto.
Ya no estás en mi agenda,
solo, quizá, en mi insomnio.
A lo mejor no reconozco tu número,
hasta que retumbe el disparo de tu boca
y un calibre de nostalgia
perfore mi pecho.
De allí saldrá el humo,
el que el corazón ha tragado
en silencio
desde que te fuiste.