Ayer me escribió tu madre
y su angustia maternal
resonó entre silencios
no quiere que te escriba
y le prometí
comerme mis cartas.
Me las comí
aderezadas con tu sonrisa
y tú vista en mi.
El banquete inquirió
más de una vez
que si en un privado prometí
lo que me pediste
hoy te juro,
lo juro...
No volveré a comer nunca.