Palpitar que estalla sobre mis oídos,
trae consigo la nota de respiro,
negando la fortuna de marchitarse
antes de sofocar múltiples aullidos.
Exige insólita entereza,
a un cuerpo lacerado en lágrimas,
que sangra partículas de tristeza,
en manta divina de las ánimas.
Suplica al eco desinteresado,
percibir el viejo silencioso grito,
de un cuerpo vacío y desolado,
atrapado en bosquejo de infinito.
Arrastra corazón envenenado,
entre paisaje sombrío, lejano,
que redención llegará pincelada,
al enmascarado y triste piano.