Vasca

Portazo anunciado

Las maletas que olvidaste, armadas sobre mi cama,
son testigos de un adiós, de tu ira apresurada,
y del eco de tu voz, tan precisa como helada,
como un juez que ya dictó la sentencia no apelada.

Quedó el vino en la alacena, el pijama en la ventana,
las promesas en el suelo, como ropa abandonada,
el reloj sobre la mesa no marcó la madrugada
en que el frío fue más frío y tu perfume, más drama.

No volviste ni a buscar la mitad de lo que fuimos,
te llevaste lo que ardía, me dejaste los escombros,
y aprendí que hasta el olvido se gasta y ya no es lo mismo

andar con pasos perdidos, mirando sobre los hombros.
Hoy las maletas me miran (no preguntes si las mimo)
porque a veces se extraña el borde de tus abismos.