Cada amanecer abrimos los ojos para plantarle cara al nuevo día. La vida se restablece en la gran ciudad que nunca duerme, y sus gentes se incorporan a las ocupaciones más diversas y variopintas. La prisa por llegar al lugar de nuestra ocupación o trabajo, se acrecienta perdiendo incluso las buenas costumbres del saludo, propio de una buena relación humana y social. Es curioso observar como tan sólo de vez en cuando, solemos ver la parte buena o positiva de las personas, en lugar de la negativa. Todos o una buena parte de los días son buenos para descubrir nuevos aspectos y actos valiosos. Entiendo que sería muy interesante el hacer un ligero alto en nuestra carrera diaria, para contemplar cuantas cosas agradables existen en nuestro entorno.