Puede abrirte una ventana
cuando ya no hay más paredes.
Puede darte una palabra
cuando nadie más la cede.
Puede alzar con su alfabeto
una brújula en tu sombra,
y ser fuego sin ceniza,
y ser agua sin demora.
Puede hablar con tus abuelos
que ya duermen bajo tierra,
y juntar con una frase
las dos mitades que quiebras.
Puede ser ese refugio
que no anuncia, pero abriga,
y en mitad de la derrota
ser la voz que no se extinga.
No te salva del abismo,
pero a veces te acompaña.
Y si caes, su silencio
hace menos dura el alma.