Pereza (Romance endecasílabo)
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Cómo cansa pensar de madrugada;
dicen que Dios al madrugar te ayuda,
por más razón que Dios deje presente
a mí no me apetece ayuda alguna.
Qué pena ese sofá que está a la espera***
de que ablanden mis huesos su figura,
con la pereza alimentando el gusto
y la vagancia acumulando burlas.
Se escuchan los bostezos, y en tal modo
que el tictac del reloj apenas suma;
la modorra decide acomodarse
en el cálido lecho de la excusa.
¡Oh!, salve este silencio placentero
que tiene el no hacer nada y su conducta,
si es un pecado a mí me da lo mismo,
pues es culpable incluso la disculpa.
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Fotografía y poema: Ramón Bonachí.
*** Ironía