La manera en la que sujetas mi mano me hace sentir una conexión hacia ti tan inexplicable, tanto, que he llegado a pensar que te conozco de otra vida por la manera en que nuestras manos se buscan y se entrelazan como imanes.
La manera en la que me abrazas me trae tanta tranquilidad que me sorprendió no haberte rechazado al primer intento, sino quedarme inmóvil y dejar que tus brazos me rodearan como si los estuvieran esperando desde siglos.
La manera en la que me besas me hace experimentar una cascada emocional; puedes pasar de lo tierno a lo pasional en segundos, como si de pronto se activara un deseo antiguo de tenerte, un deseo de amarte desde siempre.
Pero cuando una situación se torna difícil, la manera en la que me sueltas me hace dudar si todo eso ha sido real, me hace pensar que nunca hemos sido de nosotros. Porque no sueltas a quien es tuyo, a quien no deseas perder, no sueltas a quien amas... o al menos no tan fácil.