William Keith Sutherland

CON EL ALMA (Del poemario \'Chem No Rume\'. William Keith Sutherland)

Del Poemario Chem No Rume, año 2018. Ediciones Calafate

I.S.B.N. 978-956-393-359-8

Registro de Propiedad Intelectual A-285867

 

Tomé mis pasos, fríos, húmedos igual que mi rostro, y emprendí el camino.

Mi vida nómade, era suspiro deambulando entre tus hojas sin aún saberte cierta, era viento raudo entre tus rocas marinas, era ola desmayada, esperando reventar en tu mar nocturno, sonoro, infinito, orgásmico.

No busqué y llegaste ¿A qué se debe tanta vida que me es legada?

Mi silueta desnuda, inundada de raíces este campo santo que pare tanto olvido.

Mis manos sembraban fugaces estrellas en medio de una despedida, bajo el pecho pecoso de la diosa de este último firmamento.

La lluvia besaba el granito de mi lengua versada en la pureza, como soltura de un espíritu escondido entre la hierba fresca, agitada por las manos de ausentes dioses, en esta indolente lejanía.

Insondable es mi reflejo, un pálpito anacoreta, un hacha anclada en carne media, derramando vendimia al otro lado de tus bordes.

Bebí de tu vertiente pura y cálida sin tenerte, navegué aquellas aguas entre los muslos de tus montes, y abracé como un templo, tu fe más lejana.

Recorrí tu cuerpo desnudo como aguacero, acuné tus amaneceres y tu atardecer más triste, hice mío tu dolor más hondo, en silencio, observándote, como el tiempo, como beso eterno donde la razón no dicta s cátedra, ahí donde mis palabras fueron lengua en lo profundo y sublime, y levanté mi cuerpo en un mordisco, para caer de nuevo como hoguera en este encendido instante donde no hago más que darme a ti.

Me senté a navegar con mis ojos aquella tardecita lluviosa en el borde del estrecho mar, y sentiste al mundo como un temblor.

Acercaste esa distancia que deseas,y me hice poesía entre tus labios, un ave feliz en este mundo y posé mi razón frágil, entrega desnudada entre tus manos como un perdón.

Ahora, despierto en medio del embate de la razón, y sin embargo, aún estás ahí, tan presente sin tenerte, como bella melodía que siento, mas no veo; que me toca, hasta mi alma más lejana, aquella aún por nacer.

Aún amo aquel libro que selló en una conversación un destino, que aferró mis manos a una mirada, y que sin desear, rebosa todos mis sentidos.