Comentario de presentación:
En esta vida —y más en esta época— uno no puede quedarse varado por un tropiezo sentimental. Que ninguna despedida nos robe la risa, ni una ausencia nos quite el ritmo. Porque en este océano de más de 7 mil millones de peces, hasta sobran tres por cabeza... y alguno seguro ya trae caña, hielo y hasta música para el olvido.
Con ustedes, un poema sin dramas ni excusas: “La Ficha”, para los que aprendieron a cambiar de episodio sin llorar por la actriz anterior.
La Ficha
por Wcelogan
Soy del tipo que no llora por una muñeca,
si se va, bien por ella... ¡que la vida es recta!
No tengo hilos colgando, ni voz de falsete;
soy libre, no un Ken de paquete.
No le rindo culto al drama ni al perfume barato,
y si se va… tranquilo, hay más en el plato.
Reemplazo hay, como en serie de Netflix:
¡al siguiente episodio, sin remordimientos ni glitches!
Ya hay actriz invitada, con mejor libreto y curvas de alto voltaje.
No soy el que lame botas por un poco de cariño,
ni vendo mi dignidad por un guiño.
Si tú crees que eras única… ¡qué dulzura!,
pero hay más peces, y yo ya tengo caña y la cura.
Lo malo —ay, bendita ironía—
es que mi madrecita, santa, cada día
me lanza sermón con mirada de jueza implacable:
“Hijo, respeta… ¡que esta casa no es un motel de paso!”
Pero yo soy rebelde, con causa y argumento,
con sarcasmo en la lengua y cero arrepentimiento.
No nací para ser bufón de novela;
vine a vivir sin permiso ni tutela.
Así que, muñeca, si cruzas la puerta,
llévatelo todo, pero deja la cubeta.
Que para lágrimas ya tengo licor…
y si sales, di —por favor— que sigue la ficha 32.