Le dio su soledad y su camisa,
ella correspondió sin requisitos,
hicieron del presente su divisa
y votaron que sí sin plebiscitos.
No dieron a sus lenguas ni un respiro,
brotaron por sus poros dos cascadas,
mataron a sus pájaros de un tiro,
cosieron con sus pieles madrugadas.
Pagaron el rescate con sus besos,
dejaron al deseo sin propina,
rompieron un espejo con sus huesos,
tuvieron siete años de rutina.
Soñaron que eran sueños los decesos,
el sol los despertó tras la cortina
y tras la pesadilla, un día de esos,
se fueron cada cual por una esquina.