Me sobrecoge el misterio de la flor
tan fácil de querer, tan primavera.
Si me detengo un momento a observarla
se recorta del paisaje que la dibuja
y se acerca para llenar mis ojos.
Ya nada existe
más allá de sus perfiles coloridos.
Susurra su nombre al olfato
en una alquimia apenas perceptible
que te despega de tu piel de tiempo
y te lleva en volandas hasta un rincón
lujoso de tus recuerdos.
No escapa la mirada del perímetro de la flor.
Igual que la mariposa,
muestras tu indefensión más bella
en ese brillo de lágrima que nace
justo en la línea de tus párpados.