Me abro la piel para sangrar mi alma rota,
un incendio helado que consume mi boca.
Sola, destrozada, enterrada en vida,
un cadáver que grita en su propia herida.
No hay luz, no hay nadie, solo este agujero,
un pozo sin fondo donde me suicido entero.
Estoy muerta y viva, pudriéndome por dentro,
un grito sin voz, un infierno perpetuo.