Lambdasan

Gashadokuro

Dícese de la inquina, que tras morir se olvida,

¿certeza verosímil?, no a ras del Sol naciente,

allí, una parca enorme susurra a toda vida,

buscando catar sangre del cruel y el inocente.

 

Ochenta pies de altura de encono amarillento,

nocturno y tembloroso, con fantasmal sigilo,

invisible a la vista, pendiente del momento,

te topará de espaldas cuando no estés en vilo.

 

Los huesos de difuntos son tuétano en la bestia, 

quienes por hambre y guerras no fueron sepultados,

son el mortal recuerdo, la culpa, la molestia, 

del odio que pervive de tiempos ya pasados.

 

Que se honre la memoria sin revivir maldades,

mantén siempre el recuerdo de haber impunidades.