INESPERADO.
Su adiós no esperaba,
oculto en mi quimera,
su adiós yo no quisiera,
por tanto, que la amaba.
Me llego así de repente,
diciendo que marchaba,
y con beso en mi frente,
su adiós se consumaba.
Y no sé si lo soñaba
o verdad indeseada,
cierto que marchaba,
como vino de la nada.
Se fue tan displicente,
sin tiempo ni lamento,
con su mirar de frente,
indolente a mi tormento.
Yo con peso en alma,
resignación clamaba,
apelando a la calma,
mi corazón lloraba.
No fue lágrima vana,
llorarla en su partida,
pues para toda la vida,
no verá en mí, mañana.
Autor: Víctor A. Arana.
(VÍCTOR SANTA ROSA.)
Mayo 20 del 2025.