Donde el deseo no se la juegue.
Donde el runrún se vuelva costumbre.
Donde el diablo a tentar no llegue.
Donde las noches no tengan lumbre.
En la estación donde el tren no pare.
En las palabras sin compromiso.
En el gatillo que se dispare.
En la oficina del decomiso.
Al mismo lado del asesino.
Codo con codo con los tiranos.
Formando tándem con el ladino.
En la opulencia de los ufanos.
En el ideario de los obtusos.
Donde se oiga un grito que alarme.
En el vacío de los discursos...
Allí jamás podréis encontrarme.