Marta Cristina Lana - Vazquez

SAN EMETERIO y SAN CELEDONIO

Cuando los días se acortan

Acercándose el invierno

En los pueblos de Castilla

Se ccuentan viejas historias

Al oído de los vientos.

Los chiquillos se apretujan 

Junto al calor de un brasero 

Las mujeres se acomodan

Entre mantillas y velos

Y los hombres en la puerta

esperan que empiece el cuento

para irse a la cantina y

beberse un cosechero.

A San Emeterio pido

Qué me ayude a bien contar

La historia que en esta noche

Yo les vengo a relatar.

Eran épocas oscuras

Para llamarse cristiano

El emperador romano

Se llamaba Diocleciano

Y teme a los seguidores

De Cristo crucificado.

Entre las aguas del Ebro

A la altura de Calahorra

A Emeterio y Celedonio

Las cabezas les cortaban  

Y al río las arrojaban. 

El Ebro baja furioso

Es en Marzo este martirio

Las cabezas de los santos

Suben remontando el río

Y llegan a Santander.

Los paganos en sus pagos

Se olvidaron de los santos

Durante seiscientos años

Y vuelven a venerar

a los dioses del pasado

Utilizando los valles

Para colgar a sus muertos

como sus dioses les mandan.

Los cristianos van subiendo

Los moros van a la zaga

Hasta encontrar las reliquias 

Hasta entonces olvidadas

De Emeterio y Celedonio

Santos mártires de España

Y comienza la cruzada.

Don Pelayo se levanta

Usando su dinastía

Que desciende de los Godos:

Hispanorum Gotikae,

Empieza la Reconquista

Las cabezas de los santos

Se levantan dando fé

De semejante milagro

Que anunciaba sin querer

El deseo de Dios santo.

Dicen que los Cántabros eran 

hombres de dioses diversos 

y buscaron los ladrones 

a Cristo favorecer. 

Remontando la corriente 

Llegaron hasta Cantabria 

Convirtiendo mientras pasan

en Cristianos a quien ven

Así fue como los bárbaros 

Son al fin cristianizados

Sin saber que las cabezas

Por sus pueblos ya han pasado 

En manos de unos ladrones 

que las suben en dos sacos. 

Y muchos siglos después

surge el grito de Pelayo 

Comenzando nuestra historia

De una Iberia unificada 

Que no se tarda en romper. 

La tradición y los cuentos

siempre tienen la verdad de

lo que luego los hombres 

Se apresuran a cambiar. 

Las cabezas que andan solas, 

en el río y en el mar 

siempre fueron la constante

De la Iglesia universal

En un siglo en donde el hierro 

era el lenguaje normal.

Dicen mucho eruditos 

Que no hubo tal milagro 

Que algún Calagurritano

Transporto los huesos Santos

y por eso las cabezas

En Santander terminaron

Dónde también los veneran

como es de buen cristiano

Porque Castilla la vieja

era también Santander.

La noche se va cerrando en un

manto negro y frío 

Los niños se van durmiendo

mientras se levanta la humedad del rio.

La vieja que esto contaba

antes de dar un respiro

sorprende a la concurrencia

con este último giro :

Mucho tuvieron que andar 

Los hombres de Calahorra

Que en los valles donde pasan

todos quieren escuchar

el milagro que en sus tierras

Ha acontecido pasar

Qué Santander fue Castilla

y En Castilla empezó España

Y fue el grito de Pelayo

quien nos guió en esta azaña

Terminando con los moros,

y todos los reinos Taifas.

Emeterio y Celedonio

Santos mártires de España