Es el árbol que al viento hace cadencia,
mientras las raíces lloran en la herida;
como hojas rotas que son versos de la vida
que en tierra fértil hallan su clemencia.
Es el fénix que ríe en la ascensión,
cenizas convertidas en guirnaldas;
su llama es un tambor que no se escalda,
sangre que baila dibujando un corazón.
La fesiliencia es mar que en tempestad
teje corales con salobre empeño,
y en su lecho oscuro y de callado sueño,
guarda perlas de luz su oscuridad.
Es como el vino que nace del lagar:
dolor fermentado en un dulce cantar.
@ Marcos Reyes Fuentes, Todos los Derechos Reservados.