Anda el traidor de gestos disfrazado,
sonríe al sol, mas duerme con la sombra,
le canta a Dios con verbo bien templado
y al diablo rinde cuentas a su hora.
Camina en dos senderos, sin destino,
su voz bendice, mas su mano hiere,
habla de paz con vino y pan divino,
pero su lengua en hiel se nos convierte.
Jura lealtad al fuego de la vida
y luego bebe el agua de la escarcha,
quiere el honor, mas su alma está vendida,
quiere el perdón, mas la traición le marcha.
No sé si fue la envidia o la codicia
que a Judas le torcieron el camino,
pero hasta el beso, farsa de caricia,
clavó la cruz del justo y su destino.
Hoy hay más Judas, solo que modernos,
visten corbata, juran amistad,
te abrazan fuerte, pero son eternos
sirvientes del disfraz y la maldad.
De lado en lado juegan su partida,
ni se deciden, ni se entregan nunca,
su alma es tibia, muerta, adormecida,
como agua estancada que no empuja.
Y ya lo dijo aquel verso del cielo,
no hay redención en alma que no arde:
o frío eres, o abrasas con tu fuego,
pero el que es tibio, a Dios le es cobarde.
COPLA
Quien baila al son de dos fuegos,
quema al justo y hiel derrama,
se finge hermano en los ruegos,
y por dentro el odio llama.
Ni del cielo es peregrino,
ni del barro fiel raíz,
es espina en el camino
y en su sombra no hay matiz.
Que no se excuse en su herida
ni en pasados que no enmienda,
la traición no está dormida:
es serpiente que no se ofrenda.