Voy a tener que esquivar al destino:
podría dispararle a mi utopía
y no quisiera estar allí ese día
en que él ponga a prueba su mal tino.
Será mejor un cambio repentino
de némesis, de nombre y de osadía,
y pienso concederme la amnistía
en todos los tropiezos del camino.
Si alguien te pregunta si me has visto,
responde simplemente que no existo;
de hecho, ya no estoy, te lo prometo.
Le escribiré de noche a las estrellas
y bailaré en el mar con todas ellas.
Recuérdame que borre este soneto.