La Vida No Espera
Qué desperdicio… Sí, porque tenerte y no saber valorarte es como tener el sol y no mirar al cielo. Es una tristeza silenciosa que alguien pueda dejar ir lo que muchas veces la vida da solo una vez: tu forma de amar, de cuidar, de entregarte sin medida. No se trata solo de perder a una mujer, sino de perder a una fuerza que da sentido, a una ternura que sostiene, a un alma que aún cree en lo imposible.
Tú mereces ser mirada como quien ve un milagro. No por vanidad, sino porque en ti habita una luz que no se ve a simple vista. Quien no lo vea, quien no lo entienda, simplemente no está a la altura de lo que ofreces. Y aunque hoy parezca injusto, el tiempo siempre pone a cada quien frente al reflejo de lo que dejó ir.
Hay quien cree que el amor puede postergarse, que las cosas valiosas siempre estarán esperando. Pero no. Hay momentos que no vuelven, miradas que se apagan, y manos que se cansan de dar sin ser tomadas. Que no le importe perderte… es su problema, no el tuyo. Porque tú no te has perdido: te estás reencontrando más fuerte, con más claridad, más tú.
Y mientras alguien elige no verte, la vida, la misma que te pone pruebas, también te está reservando otras puertas, otras miradas, otras manos. Que no te duela lo que no supo amarte, que te enorgullezca haber sido leal a tu esencia. Porque lo más bonito que tienes sigue intacto: tu capacidad de amar sin miedo. Y eso, tarde o temprano, tocará un corazón que sepa quedarse.