Olvidé que era mi piel de roca,
olvidé el miedo a sentir qué era alegría.
¡Dulcemente bendigo este olvido!...
porque con cada beso ella florecía...
Viví perdida tanto tiempo, casi anónima,
hasta que el fuerte viento del amor
me hizo saber qué era ser mujer.
Deliciosa, sublime, fragante.
Maravillosa, entera, ¡libre!
Olvidé al fin que era mi piel de roca
cuando supe quién soy en esta vida
―y lo sensual no podía estar prohibido―.
Inmenso fue descubrirla tan mía,
íntima cómplice ante tu amor cautivo,
hoy estoy viva, amada y redimida...,
¡sabiduría que llega ante el olvido!
Autora: Marisol Hernández
Libro: Cantarina piel (3k, 2019)