A Carolina
Este pequeño poema que me inspira
la dulce seda de tu pelo undoso,
va creciendo en mi alma que suspira,
al verlo tan tupido y tan hermoso.
Siento en la yema de mis tristes dedos,
deslizarse un perfume indefinido
y renuncio y reniego de mis credos
porque tú me has llenado los sentidos.
Y no quiero saber ya más de nada,
solo vivo si tú me lo permites,
y me quiero quedar en tu mirada,
aunque nunca jamás me resucites.
Porque mi cielo está en tu presencia,
en tu dulce presencia bien querida,
y si puedes brindarme la existencia,
también puedes quedarte con mi vida.