Le pregunté cómo era ella llamada,
destellando relumbrones girose,
\"Elena\" díjome con la mirada,
de centelleos y fulgor vistiose.
Miró con fuga de lampos fulgentes,
sonriome el rostro con lindo visaje,
y díjele palabras suficientes
y así entendiese el candor del paisaje.
Costoso, pues que fue otro caballero
quien extendió su mano a grata doncella
aventajándose deste escudero,
así prendada ya estaba, dijo ella.
Algo de segura razón sostenible,
que otros viesen su corazón rubí,
verdad o no, me es igual si es posible
porque por fin sentí, viví y crecí.