David Arthur

Un paseo por la Selva Negra

 

Estaba agradecido por el sonido del silencio

en este tranquilo refugio de la selva,

donde los rayos caprichosos de sol jugaron

su baile constante de luz y sombra,

permitido por el dosel de altos abetos,

cual guardias fieles de magnitud catidralicia.

*          

Una diestra ardilla rojo me ignoró por un instante,

entonces, a toda prisa, junto con su botín,

trepó por el tronco de un árbol y desapeció.

Yo seguí el flujo de arroyo murmurante,

hasta un pequeño puente de madera, de donde

escuchaba las aguas claras susurrando secretos.

*

El camino desde el puente serpenteaba hacia abajo

en la oscuridad encantada de este santuario.

Allí me detuve para imbuir el aire puro de la selva.

embarazado de aromas de oleos de plantas silvestres,

formando un alfombra de verde esmeralda,

y a petricor de la primera lluvia de la mañana.

*

Estos son los regalos de la naturaleza

a conservar para generaciones futuras,

no como promesas, a menudo olvidadas,

sino,  como obligaciones morales.

*

David Arthur ©®

La foto propia