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¿TAUTOLOGÍA?

                                                ¿TAUTOLOGÍA?


         ¿Sabe el agua que el agua es agua? O sea, un ojo, ¿puede verse a sí mismo? Igual que la una 
es en la tierra, en la savia del árbol, en el aire…; allá donde se individualiza; del mismo modo es el 
ojo en lo que percibe: si se viera a sí mismo, sería un órgano visor mirando un ojo, y esto no puede 
ser: se desmiente infinitamente.

          A ver: si alguien nos pregunta con quién estamos —sea mentira o verdad—, nunca diremos 
“estoy conmigo”. O estoy “solo” o “con alguien”. Porque soy un ser con conciencia individual allá 
donde me individualizo, y que me reconozco en los “míes mismos” donde no me puedo reconocer 
en mí mismo.


         Y no me conozco en mis subdivisiones (siendo éstas que me componen) aunque las mismas 
se reconozcan en mí como «un medio» en el que son. Así que sólo conozco el medio en el que soy 
y, por lo tanto, tengo consciencia del medio y de “mis similares” por mí, que soy siendo medio y 
consciencia.
 

          Así que todo es un medio donde se individualiza la consciencia, y ésta no puede reconocerse
 a sí misma en lo que es, reconociéndose en sus similares como sí misma sin tener consciencia de la 
consciencia de estos, sino teniendo conocimiento de la existencia de estos a través de los sentidos, 
con lo que se forma, en “la comparativa”, una imagen de sí misma.


          De esta suerte, el concepto de ser queda limitado a la capacidad de los sentidos, que captan 
aquello que se toma como referente (: yo soy… en relación a…) . Por ello, y hasta donde mi razón 
vislumbra, puedo decir que todo lo que es, es «magnitud», y a «lo absoluto», por entendernos, se le 
puede llamar «Dios».


         «Cuando te conozcas, vuelve» —me dijo—; ¡que es lo mismo que decir «no vuelvas 
nunca»! Porque todo es medio y consciencia subdividida, donde en sus límites, al ser únicos y sin 
referencias no se conocen.


         En definitiva: en la consciencia entiendo que los infinitos resultantes de las subdivisiones o 
múltiplos de los entes no podrán saber de sí mismos; siendo que Dios es, por necesidad, como el 
absoluto continente del medio y la consciencia desde la primigenia partícula, y sólo la totalidad de 
las partes conocen esto.  Y como ni cada partícula, ni yo (que soy partícula), ni Dios, podremos 
conocernos a nosotros mismos, es seguro que ni cada partícula, ni yo, ni dios, podremos entender 
jamás las contradictorias intenciones femeninas (quod erat demostrandum).