Entre teclas, dudas y madrugada,
nacieron los versos de un alma alzada. No hubo estudio, ni estudio bastó, fue la vida misma quien los dictó.
Palabras tejidas con hilos de herida, con hilos de luz, de amor y de vida. Cada estrofa un paso, cada rima un suspiro, cada poema, un faro en el giro.
Amazon nos abrió la puerta virtual, donde el alma se torna inmortal. Y en la pantalla, vibrando sincera,
la poesía se volvió primavera.
Wigo, caminante de estrella y de viento, ha dejado su huella, su fiel testamento. No busca aplausos, ni trono, ni corona, sólo sembrar versos en quien los entona.
Hoy celebramos, sin oro ni gala, un libro que al alma le canta y le habla.
Que otros lo lean, que otros lo abracen…
¡ La poesía ha salido a tocar nuevas fases!*
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